miércoles, 14 de enero de 2009

BASES PARA UNA ANTROPOLOGÍA BÍBLICA Y FILOSÓFICA

INTRODUCCIÓN
El hombre es un eterno interrogante. Desde el mismo momento en que el hombre adquiere conciencia de sí mismo le asalta la pregunta por su naturaleza. Cuando preguntamos por el hombre, la manera cómo preguntamos determina la respuesta posible que tendremos.
¿Quién es el hombre?, pregunta David en el Salmo 8. En una de sus tantas frases memorables, Miguel de Unamuno (1864-1936) afirma que el hombre, ese de carne y hueso al cual gustaba dirigirse es único e insustituible. Eso implica que cada ser humano, indistintamente del color de su piel o de sus ideas, posee una indeclinable cualidad: Ser uno. En otras palabras, siguiendo la nomenclatura escolástica, el ser humano es un individuo.

Nadie podrá nunca reemplazar a otro. Por tanto, no importa cuán radical pueda parecer esta idea: La pérdida de una vida humana supone una pérdida absolutamente irreparable. Con un ser humano que muere se nos va una historia, una perspectiva, un mundo distinto. En suma, perdemos la opción de enriquecer nuestra propia visión del mundo con la visión del otro. Perdemos la oportunidad de salir de nuestro subjetivismo y quedamos estancados en una parcialidad limitante y lastimera.
Un hombre siempre es un todo. Nada ni nadie lo reemplaza. Decir lo contrario es negar nuestra propia identidad humana. El ser humano no es una cosa, es un alguien. Es un ser que posee una dignidad que nace fundamentalmente de su saberse persona única e irreemplazable.

OBJETO DE LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

La antropología filosófica no tiene como fin hacer un análisis especulativo del ser humano, ni tampoco una mera racionalización de ciertos estados de ánimo o de determinadas opciones éticas. Debe ser una reflexión que vaya más allá de un individuo, grupo, cultura o época determinada. Un análisis que busque una comprensión adecuada de «la naturaleza humana en su constitución universal.
El medio que utilizará la antropología filosófica serán las herramientas propias de la filosofía, en aras a una objetivación gnoseológica universal, en sus ámbitos metafísicos, axiológicos y epistemológicos. En este sentido, será un análisis que estará construido sobre la base de las potencialidades propias de la razón.

OBJETO DE LA ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
Es una reflexión universal y no particular en tomo al hombre, pero tomando como referencia el correlato bíblico. Se parte de la base de que el ser humano es creatura, y por tanto posee en sí un significado que viene de Dios mismo.
En este sentido el hombre será mejor o peor entendido, en la medida en que tengamos una mejor o peor comprensión de la Divinidad. El telón de fondo sobre el cual ha de ser proyectada la vida humana, será el trasfondo de Dios. De allí sacará el ser humano su base de comprensión.
IDEA DEL HOMBRE
Jean Rostand, biólogo francés, afirma que el hombre es simplemente un animal. Un producto cualquiera de la naturaleza, aunque reconoce que es un ser más evolucionado. Esta idea ya tiene antecedentes en la filosofía griega. Aristóteles (384-322 a.C.) enseñaba que el hombre era un «Zoon Politicón», es decir, un animal político o en rigor un «animal ciudadano». Su maestro Platón había afirmado algo semejante en otros términos diciendo que el ser humano es un «animal que fabrica utopías».
Hasta hace poco, millones de personas que habitaban en sociedades marxistas, estaban bajo la idea de Karl Marx (1818-1883) respecto al hombre. Para Marx, el hombre es sólo una «parte de la naturaleza, otro ser natural más, definido por sus necesidades naturales o materiales». Según esta idea, el hombre finalmente no «tiene dignidad personal». Sería una cosa entre cosas.
CARACTERÍSTICAS ESENCIALES
El hombre es el único ser capaz de razonar y emitir juicios. Los procesos inductivos y deductivos lo califican para ver en su realidad circundante procesos de causa y efecto. En virtud de su capacidad de raciocinio, es el único ser capaz de asignar sentido a su existencia. Y por esta razón, por su búsqueda de sentido, puede conectarse con la trascendencia, es decir, puede trasponer los límites de su rutina diariapara encontrar a Dios.
Además, al descubrir el hombre que no es mero azar, sino que procede de un Creador, es capaz de sentirse único, original y en consecuencia verse a sí mismo como individuo, un alguien.
Finalmente, el ser humano emite lenguaje. La actitud del hombre frente a sí mismo y a los demás está mediatizada por la capacidad de nombrar y verbalizar. Ningún otro ser alcanza el grado de intimidad, compenetración y trascendencia que alcanza el hombre cuando habla. Con razón Karl Jaspers (1883-1969) afirma que «sólo el hombre habla. El entendimiento alternado y consecutivo en la alocución y la respuestasólo existe entre los hombres. Sólo el hombre tiene conciencia de si mismo al pensar» y al hablar.
En resumen, el hombre:
· ES CAPAZ DE RAZONAR Y EMITIR JUICIOS
· ES CAPAZ DE ASIGNAR SENTIDO A SU EXISTENCIA
· PUEDE CONECTARSE CON LA TRASCENDENCIA
· SE PERCIBE A SI MISMO COMO INDIVIDUOPUEDE COMUNICARSE
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UN FIN EN SÍ MISMO
Gracias a estas características, el ser humano debe ser visto siempre como un fin y nunca como un medio. Emmanuel Kant (1724-1804) escribió lo que ha venido a ser el fundamento básico de toda antropología filosófica cristiana: «El hombre existe como un fin y nunca debe ser tratado como un medio». Las consecuencias de esta idea son radicales, si el hombre es un fin y no un medio, entonces no importan los «hombres» en tanto masa anónima, sino que cada uno importa en tanto ser único.
Este pensamiento se contrapone a la noción que ha llegado a ser común en nuestra sociedad actual, el hombre reducido a simple número, a pieza de una máquina superior, a mero engranaje donde importa en tanto sea útil para conseguir mediante él un fin. Mientras cubra las cuotas de producción, mientras consuma en forma normal, mientras realice su vida en lo cotidiano, importa, luego, simplementees reemplazado y dejado a un lado. Se cumple la utopía futurista y maquinal soñada por Aldous Huxley (1894-1963) en su novela «Un Mundo Feliz», un mundo que para funcionar no puede admitir al individuo, debe anularlo, aniquilarlo y convertirlo en mero instrumento. Como lo dice uno de sus personajes, «cuando el individuo siente, la comunidad se resiente.» O en los términos que señala Erich Fromm(1900-1980) «la sociedad contemporánea predica el ideal de la igualdad no individualizada, porque necesita átomos humanos, todos idénticos, para hacerlos funcionar en masa, suavemente, sin fricción, todos obedecen las mismas órdenes, y no obstante, todos están convencidos de que siguen sus propios deseos».
Cualquiera que sea la respuesta que demos a la pregunta: ¿Quién es el hombre?, las consecuencias de nuestra postura redundarán necesariamente en una mayor o menor dignificación del ser humano.

UN SER ESPIRITUAL
Max Scheller (1874-1928) define al hombre como «un ser espiritual», lo que implica serlo más allá de ser una mera máquina o un animal. Es un ser definido por leyes diferentes. Un individuo que interactúa con el medio ambiente operando con premisas radicalmente opuestas a las que imperan en el mundo material.
El que el hombre sea un ser espiritual, permite entenderlo en términos distintos a los materiales. Visto así, el hombre puede optar por la trascendencia y eso le abre la posibilidad de la eternidad. Como dijera de una manera poética y hermosa Martin Luther King (1929-1968), cuando el hombre es visto como un ser espiritual se convierte en un «ser para las estrellas». Esta cualidad le «otorga la capacidad única de viviren dos niveles. Está en la naturaleza, pero por encima de ella, está en el espacio y en el tiempo, pero por encima del espacio y el tiempo».
Con una visión pesimista de la vida, el filósofo alemán existencialista Martín Heidegger (1889-1976) escribió que el ser humano es esencialmente un «ser-para-la-muerte», no obstante, si el ser humano se proyecta en el haz de la luz divina puede pensarse de él como un «ser para la vida», y en este sentido adquiere relevancia el hecho de que el «hombre no puede ser definido más que en correlación con Dios». Sólo relacionado con Dios la respuesta a la interrogante acerca del hombre adquiere un sentido pleno, lógico.
Cada hombre está formado a la imagen de Dios, y ese sólo hecho marca una diferencia radical en cuanto a la consideración del hombre por el hombre.

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