jueves, 22 de enero de 2009

EDUCACIÓN CRISTIANA INTEGRAL Y TEORÍAS DE LA EDUCACIÓN
Las propuestas que a continuación se analizan tienden a destacar algún aspecto de la naturaleza humana. Todas ellas apuntan a aspectos parciales del ser humano, y sin ser falsos, son postulados que nos dan una visión sesgada de la realidad humana. Afortunadamente, en la educación cristiana es posible encontrar el equilibrio.
El esencialismo
Ligado al idealismo, destaca fundamentalmente las potencias racionales del hombre. La educación cristiana es amplia. Procura el desarrollo armonioso de todas las facultades: físicas, mentales y espirituales. No desconoce, por tanto, el desarrollo de las facultades mentales, por el contrario, considera que «la mente debe ser disciplinada en forma tal, que se desarrollen simétricamente todas sus facultades».
Cada facultad con la que Dios nos ha dotado debería ser cultivada al máximo grado de perfección, y eso incluye nuestras potencialidades intelectuales. En este punto concordamos con el esencialismo. Efectivamente, es necesario entrenar la mente para que todas las facultades puedan ser reforzadas y desarrolladas. «La mejora de la mente es un deber que nosotros nos debemos a nosotros mismos, a la sociedad y a Dios. Sin embargo, es fundamental no perder el equilibrio. El fin no es sólo intelectual.
El conductismo
Ligado al realismo y al positivismo, enfatiza la influencia e importancia del medio ambiente en la formación del hombre.
No negamos la importancia que tiene el medio ambiente. Tal como lo señala el conductismo, creemos que el medio donde las personas se desarrollan es importantísimo, sin embargo, hay aspectos con los cuales discrepamos muy seriamente del conductismo.
Creemos que en ningún caso la educación debe anular la individualidad de la persona al grado de ser manipulado. Dios dotó a cada ser humano de individualidad, la facultad de pensar y hacer, y en este sentido, la educación debe considerar nuestra personalidad única y distintiva. «La obra de la verdadera educación consiste en desarrollar esta facultad, en educar a los Jóvenes para que sean pensadores, y no meros reflectores de los pensamientos de otros hombres».

El conductismo niega el yo de cada uno. Tiende a tratarnos como máquinas o robots, sin considerar nuestras diferencias individuales. Tal planteamiento no armoniza con la visión bíblica del hombre.
Además, si bien el medio ambiente influye en las conductas de las personas, no creemos que el medio sea determinante. De hecho, no creemos en el determinismo en ninguna de sus formas en relación a las personas. Cristo claramente lo expresa al decir «y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Juan 8: 32).
Es famosa la opinión de Skinner en relación a que el hombre está «más allá de la dignidad y la libertad». Sin embargo, Dios tiene un gran respeto por la capacidad humana de autodeterminarse. Creemos en la importancia radical que tiene la voluntad humana. Es preciso comprender el verdadero poder de la voluntad. El poder que gobierna, que dirige, en la naturaleza del hombre es el poder de decidir o de escoger. Todo depende de la acción correcta de la voluntad. Este poder de elección lo ha dado Dios al hombre y está de su parte el hacer uso de él o ejercerlo.
El perennialismo
Ligado al neo-escolasticismo, tiende a considerar al hombre como un ente sólo intelectual, despreciando algunos otros aspectos igualmente relevantes. Otorga una importancia capital al desarrollo intelectual y tiende a despreciar algunos otros aspectos igualmente relevantes.
Le parece que el hombre sólo necesita desarrollar lo que está dentro de él. Pero semejante educación fomenta la presunción del estudiante, y lo aparta de la fuente del conocimiento y el poder verdaderos. Hace que el estudiante entre a formar parte de una elite en la que se considera sabio en su propia opinión y tiende a creer que es autónomo y no necesita de otro poder fuera de él mismo.
Por otra parte, la educación no es completa a menos que el cuerpo, la mente y el corazón sean igualmente educados. El carácter debe recibir una disciplina apropiada para su desarrollo completo y más elevado. Todas las facultades de la mente y del cuerpo tienen que ser desarrolladas y preparadas correctamente. Esto, porque la verdadera educación incluye el ser entero.



El reconstruccionismo
Hace énfasis en los cambios sociales que puedan efectuarse mediante la educación. En el mundo entero la sociedad está en desorden, y se necesita una transformación radical, un cambio social necesario y útil. Si ha de efectuarse un cambio permanente para el mejoramiento de la sociedad, la educación de las masas debe empezar en la época temprana de la vida.
No obstante, creemos que ese cambio social necesario y fundamental pasa primero por entender que el hombre precisa de un cambio en sus motivos, en sus intenciones y en su naturaleza. En ese sentido, no es el sistema el que produce mejores hombres, sino que son buenos hombres con caracteres nobles los que construyen sistemas adecuados.
El futurismo
Sólo cree en el futuro y en la preparación para el cambio. Los cristianos también creemos en el futuro. Sin embargo, nuestra esperanza no está centrada en lo que el hombre puede hacer en el porvenir, sino lo que Dios hará sin duda en un futuro muy cercano.
La educación cristiana no cree que debamos preparar a las personas sólo para un período temporal, específico, sino para la eternidad.
Los cristianos no concebimos el cielo en términos de quietismo ni contemplación. Creemos que será un futuro luminoso y activo en el cual facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. La adquisición de conocimientos no cansará la inteligencia ni agotará las energías.
El progresivismo
Ligado al pragmatismo, tiene una fe ilimitada en las posibilidades humanas de progreso continuo, enfatizando la eficiencia y la capacidad de adaptación a las circunstancias.
Manifiesta una tendencia a ensalzar los logros humanos más allá de toda prudencia. Sin embargo, el cristianismo, que es en esencia una forma de vida, un estilo de vivir que marca cada aspecto de la existencia ve las cosas de diferente modo. Un cristiano convertido entiende que toda facultad recibida del Creador se ha de emplear para Su gloria.
Es común que los autores progresivistas destaquen las bondades de lo que ellos llaman «educación superior», entendiendo por esto el alcanzar lo más altos logros académicos y científicos. Sin embargo, dichos logros son pocos comparados con la verdadera educación superior que no es otra cosa que conocer a Dios.
El humanismo
Ligado al existencialismo, hace énfasis especial en las condiciones afectivas del ser humano, y en las posibilidades de desarrollo que tienen las personas cuando se consideran los aspectos emocionales y los sentimientos.
El humanismo enfatiza la necesidad de que los jóvenes sean preparados para resolver problemas. Además, los estudiantes deben desarrollarse en un ambiente donde prime un clima de aceptación y bondad. En ningún caso el maestro debe perder el dominio propio, manifestar impaciencia y dureza, y falta de simpatía y amor.
Nuestras divergencias con el humanismo no van en relación al método de tratar al alumno, sino más bien en los supuestos que subyacen a ese trato. Para el humanista, todo ser humano nace bueno y el sistema es el que lo echa a perder. Desde esa perspectiva, hay que dejarlo que saque naturalmente desde sí los elementos que naturalmente serán hacia el bien. Eso lleva a creer en una educación no directiva, donde en realidad nadie enseña, sino que los padres y los maestros simplemente se convierten en facilitadores de la enseñanza o del aprendizaje.
La realidad -desde la perspectiva cristiana- es distinta. Es necesario crear un clima democrático para ciertas cosas, como el respeto a los intereses y necesidades particulares de cada estudiante; sin embargo, en lo que se refiere a la dirección y formación es necesario una guía adecuada. En este sentido, la educación cristiana es directiva. Hay pautas claras que deben ser entregadas y seguidas por los estudiantes.
Rogers habla de la formación de una «libertad responsable», sin embargo, la responsabilidad por la que ellos abogan es una responsabilidad cambiante, relativa; es una responsabilidad que finalmente se toma en irresponsabilidad.
Por otra parte, la presuposición fundamental del sistema humanista, específicamente de Carl Rogers1 es que la solución de los problemas se debe hallar en el hombre mismo. Ellos creen que el ser humano posee los recursos adecuados, de los que se puede disponer por la utilización de técnicas no directivas.
El punto de vista no directivo asigna un gran valor al derecho de cada individuo a ser psicológicamente independiente. Todo lo cual nos lleva necesariamente a la idea que el hombre no necesita nada fuera de sí mismo y en eso se incluye la no necesidad de Dios.
Sin embargo, en la Biblia se aprecia un tono directivo, donde al hombre se le señala sin ambigüedad qué debe hacer ante las más variadas circunstancias, siempre, por supuesto, considerando la inteligencia humana y las facultades que Dios le ha dado de discriminar entre una situación y otra.
En este sentido, el maestro no puede asumir una posición neutral. Una de las mayores tareas de cada maestro es ser un modelo y ayudar a sus alumnos a que establezcan métodos de resolución de problemas que sean apropiados, y la de cambiar los que sean impropios.
El Movimiento Antiescuela
Las tendencias de descolarización tienden a creer que el ser humano, de manera autónoma, podrá solucionar sus problemas y que la escuela no soluciona los dilemas más profundos del ser humano; al contrario, los agrava.
Para Illich y Reimer, ideólogos de esta postura, la escuela parece realizar un papel decisivo en la lucha por el poder entre las naciones. Además, ellos piensan que la escuela consolida la segregación social, tanto entre los hombres como entre las naciones». Es obvio que esta postura nace de una interpretación marxista de la realidad.
Es cierto que una educación entendida sólo como escolarización, lleva a excesos como los señalados por estos autores. No están errados al afirmar que una escuela mal enfocada sólo centra su atención en la obtención de títulos y logros académicos y olvida otros aspectos esenciales.
Concordamos plenamente con esta postura. No obstante, seguimos creyendo que la escuela tiene un rol importante que cumplir, siempre y cuando sus lineamientos sean efectivamente trazados a partir de conceptos y principios cristianos claramente establecidos; en caso contrario, se desvirtúa todo el sistema.

REFERENCIAS
(1) Carl Rogers (1986). Libertad y creatividad en la Educación. Barcelona: Editores Paidós.

1 comentario:

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